Esto se acababa, teníamos dos días para hacer la vuelta a Los Angeles y coger en el LAX el vuelo que nos traería de vuelta a casa (pasando por Estocolmo). Teníamos que recorrer la distancia que separava San Francisco de Los Angeles, con una parada en San Simeon para pasar la noche y si teníamos tiempo visitar el Hearst Castle (o el castillo de Ciudadano Kane, como prefiráis).
La ruta más rápida es por autopistas, pero trasteamos el GPS y fuimos siguiendo las indicaciones hacia PCH o Pacific Coast Highway, una de les primeras autopistas de los Estados Unidos y un paseo por un balcón sobre el mar. El Oceáno Pacífico por un lado y el Big Sur por el otro.
Y nada más, llevábamos algo de comer y bebida, le estábamos sacando partido a la nevesa comprada en Las Vegas. Coche y paisajes espectaculares, y una buena kilometrada.
Antes de llegar a San Simeon vimos un aparcamiento prácticamente a pie de playa lleno de gente, pero nadie bajaba a la playa. Había una colonia de leones marinos, y de hecho estaba prohibido acercarse (además tiene que ser peligroso).
Al llegar a San Simeon fuimos hacia el Hearst Castle, pero acababa de marchar el último grupo y ya no había visitas hasta el día siguiente. Pero al día siguiente teníamos que llegar a Los Angeles, así que sacrificamos esta visita (en realidad el sacrificio fue de mi señora, yo el castillo lo visité en un viaje anterior en el 2007).
En el hotel reservamos hotel para el día siguiente en Los Angeles y cerca del LAX, sabíamos lo que era el tráfico en esa ciudad y no queríamos riesgos. Y nos acercamos desde el hotel al mar, a la playa a disfrutar de las puestas de sol en el Pacífico y a hartarnos de hacer fotos.
Cenamos en un restaurante mejicano (juraría que este pero no estoy del todo seguro), y a dormir, el viaje se iba acabando.